04 Feb
04Feb

Curioso suena el tema de este artículo, leía sobre una vez, cuando Fray Bernardino de Sahagún, reunió a sus informantes, los ancianos indígenas a que trajeran sus libros de pinturas (códices), para responder a preguntas acerca de sus orígenes étnicos. 

Es emocionante imaginar una escena en donde sentados alrededor compartieron cada uno sus libros, sus recuerdos propios como los de sus padres.

Hubo un espectador entusiasmado escuchándolos, quien redactó después libros accesibles y gracias a eso tenemos conocimiento de ellos por medio del espectador. Gracias a esas reuniones, donde seguramente surgió emoción, aprendizaje, interés, amor, es que hoy conocemos esta historia. 

Fueron esos informantes de Sahagún, quienes comentaron sobre sus abuelos, que conocieron sobre un poema que hacía alusión a un “antiguo discurso que solían decir los viejos”.

Mencionando la remota llegada de antiguos pobladores tras una larga peregrinación y que decía así:

 “Llegaron, vinieron
Siguieron el camino,
Vinieron a terminarlo,
Para gobernar aquí en la tierra,
Que con un solo nombre era mencionada,
Como si éste fuera sólo un mundo pequeño” (*)

¿Quiénes eran y de dónde llegaron? ¿De dónde vinieron? Ese mítico lugar que eligieron los pobladores extranjeros es llamado Tamoanchan, que significa: “Nosotros buscamos nuestra casa”  

El lugar de la cultura superior de los nahuas, donde vivían los antiguos pobladores, los primeros sabios, designados como tlamatinis que significa sabedores de cosas, conocimiento que también ellos habían recibido desde tiempos antiguos.

Los informantes de Sahagún mencionaban que estos sabios habían venido de las costas del golfo. Sin saber quiénes pudieron darles a ellos el arte de escribir o pintar en sus códices; pero ellos poseían códices los llevaban, los escribían. 

Un día sin esperarlo algo imprevisto sucedió, su Dios que “era como la noche y el viento” les hablo y les dio la orden de marcharse y se llevaron consigo las antiguas tradiciones, la tinta negra y la roja (los códices). El relato dice así:

“Y allí en Tamoanchan también estaban los sabedores de las cosas,
Los llamados sabedores de las cosas y poseedores de códices
Pero estos no duraron mucho tiempo,
Los sabios luego se fueron, otra vez se embarcaron
Y se llevaron y dónde consigo lo negro y lo rojo; los códices y pinturas,
Se llevaron todas las artes de los toltecas, la música de las flautas….
Dicen que les venía hablando su Dios….
Y cuando se fueron, se dirigieron rumbo al rostro del sol
Se llevaron la sabiduría, todo tomaron consigo
Los libros de cantos y la música de las flautas (*)

El primer párrafo expresa Los llamados sabedores de las cosas y poseedores de códices; fueron conocidos en la cultura nahua por su extenso conocimiento astronómico y matemático; por ejemplo: el uso de dos calendarios el Xiuhpohualli cuenta de los años y el Tonalpohualli, que es la cuenta de los destinos, fenómenos celestes tales como: eclipses, estaciones del año, representación de números incluso hasta 8000, el uso de ideogramas para la escritura, y su escritura fonética la más avanzada etc. El pueblo era consiente de que los tlamatinime llamados sabios o conocidos también como amoxoaque; eran poseedores de los códices y consignaban sus conocimientos y recuerdos de hechos pasados de un modo seguro en ellos.


Una anécdota de 1524 dice que cuando los frailes llegaron a Tenochtitlán comenzaron a expresarse mal y en contra de la religión y modo de pensar indígena, a lo que una persona les respondió que fueran con los sabios que aún sobrevivían expresándose de la siguiente manera:

Los que están mirando (leyendo), 
los que cuentan (refiriéndose a los que leen), 
los que vuelven ruidosamente las hojas de los libros de pinturas. 
Los que tiene en su poder 
la tinta negra y roja, las pinturas.

Ellos nos llevan, nos guían,
Nos dicen el camino.
Quienes ordenan como cae un año
Cómo siguen su camino
La cuenta de los días y cada una de sus veintenas
De esto se ocupan,
A ellos les toca hablar de los dioses (*)

Este texto y el segundo párrafo del anterior muestra la dramática reacción de quienes se quedaron como espectadores, de quienes partían, al sentirse privados de la sabiduría y dirección de estos teniendo el sentimiento de quedarse sin historia y sin cultura.

 “cuando se fueron… Se llevaron la sabiduría, todo tomaron consigo….”

El siguiente relato muestra el clamor de quienes creían haber perdido para siempre la luz que guiaba su camino aquí sobre la tierra….

¿Brillará el sol, (conocimiento) amanecerá (será restaurado el conocimiento)? 
¿Cómo irán, cómo se establecerán los macehuales (el pueblo)? 
¿Por qué se han ido, porqué se habrán llevado la tinta negra y la roja? 
¿Cómo permanecerá la tierra, la ciudad? 
¿Cómo habrá estabilidad? 
¿Qué es lo que nos guiará, qué va a gobernarnos? 
¿De dónde habrá que partir, qué podrá llegar ser la tea y la luz?.....

Hubo 4 viejos sabios que no partieron, y ellos lograron redescubrir la antigua sabiduría, la antigua forma de preservar el pasado.

Los informantes de Sahagún mencionaban que estos sabios habían venido de las costas del golfo; Fray Toribio de Benavente Motolinía en su libro Relaciones de la Nueva España, menciona que los primeros fundadores fueron extranjeros y antes de estos; fueron los otomíes y los chichimecas y que estos no tenían ídolos ni casas de piedra sino chozas y vivían como brutos animales y que los extranjeros eran como los españoles de esa época en que lo relataron es decir como señores de la tierra, y trajeron (los extranjeros) muchas cosas que antes no las había y enriquecieron esta tierra con su industria y diligencia. Limpiaron la tierra, antes no era así (**)

Y la historia y su manera de contarla surgió y fue contada verbalmente y en códices. De los ancianos hubo cuenta de los destinos, los anales y la cuenta de los años de generación en generación en libros y lo preservaron durante el tiempo de los Toltecas, de los Tepanecas, de los mexicas, hasta la conquista de México, historia que tristemente ha ido desapareciendo salvo por aquellos que amamos la historia de nuestros antepasados, recordando los ideales de la educación prehispánica y conociendo su valor.  

Un testimonio de ello fue Bernal Diaz del Castillo quien se sorprendió al encontrar los “Amozcalli” o “casas de códices” por lo que podemos suponer que no eran pocos los realizados… y aún muchos de estos fueron borrados antes de la llegada de los españoles….

Hablaban los informantes de Sahagún sobre los extranjeros sin precisar de dónde venían, por qué vinieron, y por qué se fueron; pero ellos eran los abuelos de los abuelos de nuestros abuelos. 

Quienes enseñaron y dieron la cultura que conocemos, quizá quepa la pregunta: Y si nunca hubieran llegado con el conocimiento y religión que conocemos, ¿cómo sería nuestro México antiguo?... ¿Cómo sería la historia de nuestra historia?

Bibliografía:

 (*) León Portilla Miguel “Los Antiguos Mexicanos” A través de sus crónicas y cantares, Colección popular 88, Fondo de cultura económica, pp. 51-52, 64 

(**) De Benavente Motolinía Fray Toribio “Relaciones de la nueva España” Segunda edición Universidad Nacional Autónoma de México, 1964, pp. 39-40


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