29 Mar
29Mar

Un tema del cual muchas culturas alrededor del mundo hacen  referencia, la creación del universo, la tierra y todo cuanto existe en ella, y a los autores de la misma.

 No es mi intención dar una explicación ardua sobre la creación, ya que no podemos extendernos en un tema tan basto; sino más bien, hacer notar la manera en que impactó el buscar respuestas a la creación de la tierra y el universo como a fenómenos naturales en la gente antigua.  A la vez ofrecer la similitud que he encontrado de este acontecimiento, entre las culturas de Mesoamérica y la descripción de la Biblia.

Es importante reconocer que las personas sin nombrar un tiempo o nación,  han existido por casualidad,  en otras palabras no somos el producto de un ¡Zas, y aparecieron!, sino que existen leyes físicas que rigen tanto al universo, la galaxia, el sistema solar y la tierra.

En la actualidad se facilita el entendimiento del mismo, por medio de: Textos al alcance de toda edad, de programas de Tv, revistas, internet, etc. ¿Quién no ha ido a un planetario? lo comprendemos de manera visual y con la descripción  de conocedores del tema.

Si bien es cierto que hay leyes físicas que rigen o regulan toda creación, también es cierto que esas mismas leyes deben ser regidas por su diseñador, un director, que las conoce en perfección y las manipula. Algunos estamos convencidos de que es Dios el Padre Celestial el creador de las mismas, algunas otras les es difícil aceptar tal aseveración, por ejemplo, recuerdo haber leído una frase dicha al respecto por el físico matemático Albert Einstein cuando le preguntaron si él creía en Dios como el diseñador del universo su respuesta fue simple, “Dios no juega a los dados con el universo", una  forma de aceptar que existe un Dios y que él, por medio de leyes físicas lleva un orden inmutable, evolutivo y cíclico que rigen  el mundo material, pero hay que descubrirlas. (Sin que esto significara que creyera en él como divinidad.)

Al aceptar a Dios, como un poderoso ser que crea la materia como a sus leyes físicas, que las organiza no por milagro sino más bien porque las entiende y gobierna a dichas leyes tanto en el universo como en la tierra; se le respeta  y se reconoce  su sabiduría, se reconoce que estamos a su merced como niños de pecho en sus brazos.

La pregunta del millón es: ¿Cómo usted teniendo este conocimiento, lo podría explicar a otras personas, que no cuentan con tecnología, es más sin luz eléctrica, sabiendo que ellas no tiene ni un poco de referencia al respecto y que este conocimiento perdure por siglos? reflexionemos. Para transmitir a varias personas ¿Qué utilizaría usted? ¿Pinturas, alegorías?  O ¿Cómo se aseguraría de que comprendieran? Y a la vez de que  transmitan el mensaje ¿Cómo lo haría usted?. . . . . .

 Algunas culturas como la maya se percató que el universo es un constante movimiento del mismo modo que el sol, esto sin telescopio algo que resulta inconcebible para nosotros. Antes que ellos, fueron los Toltecas quienes tenían este conocimiento y  lo podemos leer en la rica documentación indígena por medio de la tradición oral y de sus antiguos códices aunque estos documentos no siempre coincidirán con la versión oficial de la arqueología. No debemos olvidar que las diferentes culturas que integran Mesoamérica, ligaban la creación de la tierra y la explicaban en un lenguaje no común sino simbólico por su perspectiva visual y su intuición, por medio de estos signos y símbolos  transmitieron sus ideas ya fueran orales o escritas.

“Para el pensamiento indígena el mundo había existido no una sino varias veces consecutivas. La que se llamó la primera fundamentación de la tierra había tenido lugar hacia muchos milenios. Tantos que en conjunto habían existido ya 4 soles y 4 tierras anteriores a la época presente. En esas edades llamadas “soles” (etapas o ciclos o días) había tenido lugar una cierta evolución, un orden inmutable, evolutivo y cíclico que rige  el mundo material. (Curiosa coincidencia con el pensamiento clásico occidental, de Asia y en la era moderna como se mencionó por Albert Einstein).

 En los Anales de Cuautitlán se describe, sobre la creación del hombre de esta manera

(1958, Fol. 75-76)

 Y en seguida se convocaron los dioses.

Dijeron: -¿Quién vivirá en la tierra?

Porque ha sido ya cimentado el cielo,

Y ha sido cimentada la tierra.

¿Quién habitará en la tierra, oh dioses?


 (1558 folio 77)

“Y decían que a los primeros hombres 

Su Dios los hizo, los forjó de ceniza.

Esto lo atribuían a Quetzalcóatl

Él los hizo, él los inventó”.


“Quetzalcóatl conocía a la hormiga negra que sabía dónde se hallaba el escondido, el que va a ser “nuestro sustento”. Haciéndose encontradizo con ella Quetzalcóatl  la acosa a preguntas, la hormiga se rinde y lo guía hasta el Tonacatépetl, que significa “monte de nuestro sustento” o sea el maíz. Llegados ahí Quetzalcóatl obtuvo el maíz para dioses y hombres, ya que las mismas divinidades al conocer el hallazgo de Quetzalcóatl, probaron también el maíz desgranado, después Quetzalcóatl puso el maíz en los labios de los primeros hombres llamados Oxomoco y Cipactónal antigua pareja de seres humanos, cultivadores del maíz para que comiéndolo -como dice el texto- “se hicieran fuertes”. (En salud y conocimiento) 

De estos primeros hombres especies de Eva y Adán del mundo náhuatl, descienden según el pensamiento indígena, Todos los seres humanos. Sólo que mientras que estos antiguos mitos situaban la creación del hombre en lugares cercanos como Teotihuacán, los documentos de carácter histórico acerca de sus más remotos orígenes culturales, hablan de grandes peregrinaciones, desde tierras lejanas acerca de las que muchas veces ya nadie puede acordarse” (**)

De la biblia leemos que dios puso a Adán y a Eva los primeros hombres de la tierra en un jardín y en él un árbol, el cual estaba a su alcance y cuyo fruto al comer los haría sabios (fuertes en conocimiento), Eva comió y compartió con Adán y de ellos desciende todo el género humano (A)

Ambos casos hablan de “Dioses creadores” que proveen,  y de una pareja que existió muchos milenios antes, tantos que se olvidó en la cuenta del tiempo, cuyos dioses tenían una convivencia con ellos, a los cuales en un caso otorgaron y en el otro pusieron al alcance “un fruto” mientras que en la biblia es desconocido en el texto náhuatl es el maíz, pero al final éste los fortalecería.

Acerca de la creación de la luna y el sol, ciudades antiguas como: Yaxchilan, Uaxactún, Tikal, Piedras negras y palenque de la cultura maya; Monte Albán en Oaxaca, aztecas, texcocanos, Tlaxcaltecas todas ellas del clásico, afirmaban que en Teotihuacán en tiempos remotos había tenido lugar la creación de estos astros que alumbran a la humanidad y dan su versión.

Del siguiente texto del códice Matritense de la real academia, fol. 191 v. leemos de los informantes de Sahagún:

“Cuando aún era de noche,

Cuando aún no había día,

Cuando no había luz,

Se reunieron,

Se convocaron los dioses

Allá en Teotihuacán”

Dijeron,

Hablaron entre sí:

-¡Venid acá, oh dioses!

¿Quién tomará sobre sí,

Quién se hará cargo

De que haya días

De que haya luz?

Fueron dos los dioses que se ofrecieron en sacrificio por hoguera, Tecuiztécatl y Nanahuatzin quienes se convirtieron en Sol y luna, Quetzalcóatl y otros más los descubrieron por el oriente, aparecía esplendente echando rayos de sí, poco después apareció la luna detrás de sí, así mismo por el oriente. Para evitar que el sol y la luna estuvieran siempre juntos, uno de los dioses lanzó un conejo contra la luna, para que esta sólo alumbrara durante la noche.

Pero todavía quedaba un problema por resolver a los dioses reunidos en Teotihuacán. Ni el sol ni la luna se movían. Entonces los dioses hablaron así:

-¿Cómo habremos de vivir?

¡No se mueve el sol!

¿Cómo en verdad haremos vivir a la gente?

¡Que por nuestro medio se robustezca el sol!

Sacrifiquémonos, muramos todos (dioses)


La biblia ofrece menos detalles de cómo hizo dios al sol y a la luna. Lo describe de las siguiente manera: Al principio la tierra estaba vacía, desordenada y en tinieblas. Y en el día tercero dijo dios (mención del primer Dios como director): Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche y sirvan de señales para las estaciones, días y años. E hizo Dios (mención del segundo dios como ejecutor) las 2 grandes lumbreras; la mayor para el día, la menor para la noche e hizo también las estrellas. Y lo hizo para separar el día de la noche y vio Dios que era bueno. Génesis 1: 1-18

Ambas narraciones hablan de 4 aspectos similares: 1) mencionan la intervención de “Dioses”. 2) que había oscuridad en la tierra. 3) que hubo planeamiento previo y organización. 4) estos “dioses” estimaban a los hombres  y por ello hicieron-crearon la luz mediante el Sol y la Luna.

Los mesoamericanos concibieron al universo, como un orden decidido por los dioses. En Hebreos 1:2 leemos “Dios, hizo el universo por [mediante] el hijo”. Otra vez refiere al vocablo dioses.

Acerca del nombre de los creadores, que resumen las características de todo en cuanto a la creación del universo y de la tierra, dos ejemplos en la cultura mesoamericana refieren:

En la cultura  mexica el creador es: Ometéotl.  Creador de todas las cosas,  se manifiesta en los elementos básicos del universo: fuego, aire, agua, tierra, vida y muerte; fue el principio supremo, origen de todo cuanto existe, a él nadie lo invento, padre y madre de los dioses, da raíz o verdad a la tierra, “tendido en su ombligo” está más allá de la tierra, está más allá de la nubes y así mismo está presente (***)  como lo concebían los Toltecas, principio ambivalente, dos rostros, uno masculino y otro femenino, pero un solo dios, su rostro masculino es agente y generador, su rostro femenino es quien concibe y da luz

Para los mayas Hunab Ku Dios principal y creador del mundo y de la humanidad a partir del maíz considerado el centro de la galaxia, y a su vez, el corazón y la mente del creador.

Itzamnaaj  (Hijo de Hunab Ku) Deidad suprema principio generador del cosmos, conocido también con otros nombres era creador de todo cuanto existe e imagen misma del cosmos su residencia era celestial y desde ahí dictaba los designios del cosmos; símbolo de planetas y otros  cuerpos celestes, omnipresente,  Sus advocaciones: Como ave, Itzam Ye, en el nivel celeste, y como Cocodrilo Itzam Kab Ayin, en el plano terrestre, su imagen: Ciervo, pez, jaguar y se le asociaba con el agua, el rocío, el fuego, el hálito de vida y la muerte. (B) Para los mayas se destaca a estos 2 dioses creadores: Uno como padre y el otro como hijo.

 En la Biblia podemos destacar algunos versos relacionados al tema: “Creo Dios los cielos y la tierra y todo ser viviente que se mueve en las aguas, el viento y en la tierra” (Génesis 1), “¿No tenemos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios?” (Malaquías 2:10), “Porque somos hechura suya“(Efesios 2:10), “Porque todo lo que dios creo es bueno” (1 Timoteo 4:4) Fueron pues acabados los cielos y la tierra y todo el ejército de ellos. Y acabó dios en el día séptimo la obra que hizo; Estos son los orígenes del cielo y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová hizo la tierra y los cielos, y toda planta del campo. Entonces Dios formo al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente. Dios formo pues de la tierra toda bestia del campo y toda ave de los cielos y las trajo a Adán (Génesis. 2:1-9)

Extraordinaria es la similitud entre el conocimiento bíblico y de Mesoamérica sobre la creación ¿cierto? Y ¿por qué no es tan común? y más bien se tiende a pensar que eran politeístas nuestros antepasados?

 Mucho tiene que ver la intervención de un hombre llamado  Tlacaélel consejero de 3 destacados emperadores o tlatoanis mexicas, Itzcóatl, Moctezuma Ilhuicamina y Axayácatl, su intervención fue predominante, a él se debe la creación de una “nueva” y extraordinaria visión del mundo, transformo el pensamiento y la vida del pueblo; la historia de él es muy basta por lo que ahora no ahondaremos ya que no es el tema para hablar de él (después lo haré), sin embargo es preciso mencionar que reunió a los señores mexicas y de común acuerdo se determinó quemar los antiguos códices y libros de pinturas de los pueblos vencidos y de los propios mexicas, con la justificación de concebir a la historia como un instrumento de guerra. De los informantes de Sahagún (C)

“Se guardaba su historia.

Pero, entonces fue quemada:

Cuando reino Itzcóatl, en México

Se tomó una resolución,

Los señores mexicas dijeron: no conviene que toda la gente

Conozca las pinturas.

Los que están sujetos [el pueblo],

Se echarán a perder [en la causa de Tlacaélel]

Y andará torcida la tierra,

Porque allí se guarda mucha mentira [su justificación para quemar los libros]

Y muchos en ellas han sido tomados por dioses”.


Y así quemados los viejos libros, las pinturas, se dio comienzo a una “nueva” visión histórica y religiosa.  Pero en ello se perdieron muchas de las fuentes históricas que ampliarían el conocimiento, sobre el Dios único y creador como el detalle de sus obras, sin embargo las obras que se preservaron especialmente en las culturas Tolteca y de ellos a los Nahuas, Otomíes y posteriormente a los mayas entre otros como los Tarascos, amplían y aclaran el conocimiento de él y como mencione anteriormente para rendirle respeto y agradecimiento de ser parte de la creación, e integrantes activos de la misma.

La concepción divina de un Dios único  y creador, es muy presente en nuestra época, no es posible buscar en la historia, sólo el pasado, lo inactivo, sino más bien, al igual que nuestros ancestros buscar en él nuestro progreso eterno, nuestra concepción con lo divino, con el fin de cambiar las malas influencias, por otras buenas, y aunque creamos que nuestro futuro propio es determinado por la manera en que vivimos, debemos tener la convicción personal de que nuestras acciones puedan modificar nuestra vida.

Para saber más:

(*) León Portilla, Miguel ¨Los antiguos mexicanos” FCE 1968 pp. 15 – 23

(**) Ms. pp. 22

(***) Del Códice Florentino libro VI, fol. 34, 35v

(A) Génesis 2-3

(B) “Una historia de la religión de los antiguos mayas CEMCA/UNAM, México 2004

(C) Códice Matritense de la real academia, vol. 192v.

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