08 Mar
08Mar

Aprox. 1400- 1410 -. . . .1481

 

FAMILIA: Padre: Huitzilihuitl (2do. Rey Mexica, hijo de Acamapichtli)

                  Madre: Miauaxóchitl (hija de Tezcacoatl Sr. De Cuauhnáhuac)

                  Hermano mayor: Moctezuma Ilhuicamina (1)


Cuando él tenía 29 años, aproximadamente el año de 1427 de nuestra era, el pueblo mexica estaba bajo el yugo de Maxtlatzin de Azcapotzalco. En Tenochtitlán reinaba Izcóatl, él y su altepetl estaban en la disyuntiva de rendirse a la servidumbre o ir  a la guerra de liberación. Fue entonces cuando apareció por primera vez Tlacaélel, instando a irse a la guerra contra Azcapotzalco, aliándose con los Texcocanos que también eran perseguidos por Maxtla, y así lo hicieron; resultando victoriosos los aztecas y obteniendo por mérito, Títulos de nobleza y la repartición de las tierras conquistadas las cuales fueron tan bastas que aún en los tiempos de la colonia hubieron reclamaciones que apelaban a la distribución de Itzcóatl y Tlacaélel, según se muestra en el códice Cozcatzin. Y este fue el inicio del engrandecimiento de los aztecas.

Ya restablecida la paz en Tenochtitlán, Tlacaélel tomó varias medidas que transformaron, el pensamiento y la vida del pueblo. Un dato curioso que induce  a la reflexión es que él nunca quiso ser rey, prefirió actuar sólo como consejero, primero de Izcóatl su tío y de quien se dice que no hacía más que lo Tlacaélel le aconsejaba, como puede leerse en el códice Ramírez, a la muerte de Izcóatl, fue de Moctezuma Ilhuicamina, al morir este, lo fue de Axayácatl, a este tiempo como consejero los historiadores le llaman “Los cien años del pueblo del sol”. Prefirió seguir influyendo con su consejo, como un verdadero poder detrás del trono, que hacia posible la realización de los que consideró “Supremos designios” de su  pueblo. Se decía de él: “Ése, que sin corona fue mandón y que hartas cosas hizo para su altepetl.” (2)


A lo largo de este tiempo, modificó la versión de la historia de su pueblo, colocando en lo más alto del panteón religioso a su antiguo numen tutelar: Huitzilopochtli, a quien veneraban y celebraban con sacrificios humanos mediante “las guerras floridas”,  así es que como cimentó en su pueblo la idea de la guerra.


Profundo conocedor de la herencia cultural recibida de los Toltecas, aprovechó de ella cuanto creyó conveniente, pero dándole un sesgo distinto,  dirigido fundamentalmente a consolidar el poderío y la grandeza de su pueblo. De ahí que se le conoció como el auténtico reformador.


Junto a su tío Izcóatl, y a su hermano Moctezuma Ilhuicamina, realizaron las principales conquistas para los mexicas, la más importante de sus victorias: la primera, sobre Azcapotzalco, Itzcóatl y Tlacaélel, decidieron dar a su pueblo una nueva versión de la historia mandando a quemar los viejos códices, tanto de los pueblos conquistados como los propios, en el entendido de que al privar a su pueblo o altepetl de su historia, esto sería un instrumento de dominación, dando así una nueva historia y conciencia a su modo, de su pasado a partir de la quema, He aquí (Tal cual se muestra en el texto) las palabras del texto indígena:


“Se guardaba su historia

Pero entonces fue quemada:

Cuando reinó Itzcóatl en México.

Se tomó una resolución,

Los señores mexicas dijeron: [Izcóatl, Tlacaélel y Moctezuma I]

No conviene que toda la gente conozca las pinturas.

Los que están sujetos [El pueblo]

Se echarán a perder

Y andará torcida la tierra,

Porque allí se guarda mucha mentira,

Y muchos en ellas han sido tenidos por dioses” (3)


Tlacaélel supo inculcar en los reyes mexicas la idea de que su misión era extender los dominios de Huitzilopochtli para obtener victimas con cuya sangre pudiera preservarse la vida del sol, en otras palabras, su misión suprema era: obtener riqueza y poder y lo lograría mediante la guerra.

En esa quema de pinturas y libros se perdió información de suma importancia, que ampliaría el conocimiento de su y nuestra historia como mexicanos, especialmente del conocimiento del Dios único, aunque no lograron destruir del todo su historia, pues se guardó bien, en la mente de quienes conocían de ella; lo repitieron y lo hicieron repetir hasta que quedara grabado en sus mentes. Por otro parte a partir de la reforma de Tlacaélel, los antiguos númenes tribales de los aztecas como: Huitzilopochtli y su madre Coatlicue comienzan a situarse en un mismo plano con las divinidades creadoras de los tiempos Toltecas iniciando así la religión politeísta. 


Sin embargo esta no fue la única forma náhuatl de concebir la existencia. A su lado floreció también la actitud de quienes pretendían ser auténticos, seguidores y renovadores del pensamiento Tolteca, coexistiendo con la idea guerrera de los aztecas. Hombres y mujeres de otros señoríos de la misma lengua y cultura náhuatl, que no congeniaban con el pensamiento de Tlacaélel, “se empeñaban en hacer resurgir la antigua visión espiritualista de los tiempos antiguos: La que podía llamarse visión del mundo de Quetzalcóatl como Nezahualcóyotl de Texcoco y Tecayehuatzin de Huexotzinco, entre otros. Mientras los aztecas insisten en una visión mística guerrera del mundo y la vida, ellos se empeñan en encontrar el simbolismo oculto de las cosas, alejándose de los dardos y los escudos para dar vida al mensaje del gran sacerdote Quetzalcóatl, que hablaba de un supremo Dios único, al que solo podía llegarse a él por medio del camino de la poesía, el simbolismo y en una palabra el arte” (1)   y  no mediante el derramamiento de sangre.

La justificación de Tlacaélel, tuvo que ver con su relación a Huitzilopochtli, y su idea de preservar al sol, haciendo creer que al someter a otros pueblos, hacían el bien y combatían al mal y que al hacerlos tributarios suyos se realizaría su misión; idea que fue ampliamente aceptada por los reyes-Tlatoanis, primero Itzcóatl y luego Moctezuma Ilhuicamina. Sus reformas básicamente fueron tres: 1) La organización jurídica y política. 2) Cambios en la vida económica. 3) La organización sacerdotal y las formas del culto que debían darse a sus dioses. Leamos el siguiente testimonio de la manera en que vivió Tlacaélel:


Puso a si mismo este rey por consejo e industria del sabio Tlacaélel en muy gran concierto su casa y corte, poniendo oficiales que le servían de mayordomos, maestresalas, porteros, coperos, pajes y lacayos, los cuales eran sin número, y en todo su reino sus factores, tesoreros y oficiales de hacienda. Todos tenían cargo de cobrar tributos, los cuales le debían traer por lo menos cada mes, que era como queda ya referido, de todo lo que en tierra o mar se cría, así de atavíos como de comida. Puso así mismo no menos orden que éste, ni con menos abundancia de ministros de jerarquía eclesiástica de sus ídolos, para lo cual había tantos ministros supremos, que para cada cinco personas había uno que los industriaba en su ley y culto de sus dioses” (4)


Es cierto que antes del poder de Tlacaélel se practicaban los sacrificios humanos, y también es cierto que él los aumento considerablemente, debido a su idea de preservar al sol con la sangre vertida en los sacrificios en honor a Huitzilopochtli, a quien por su consejo, se edificó un templo mayor, rico y suntuoso en donde se iban a sacrificar numerosas víctimas, primero de los señoríos vecinos, luego de los más lejanos y aún de su propio altepetl. De la dedicación del templo Tlacaélel se expresó así:

Según los informantes de Sahagún. “Sacrifíquense esos hijos del sol, que no faltarán hombres para estrenar el templo, cuando estuviese del todo acabado. Porque yo he pensado lo que hoy más se ha de hacer; y lo que se ha de venir a hacer tarde, vale más que se haga desde luego, porque no ha de estar atenido nuestro dios a que se ofrezca ocasión de algún agravio para ir a la guerra. Sino que se busque un cómodo y un mercado donde, como a tal mercado, acuda nuestro dios con su ejército a comprar víctimas y gente que coma; y que bien así como a boca de comal de por aquí cerca halle sus tortillas calientes cuando quiera y se le antojase comer, y que nuestras gentes acudan a estas ferias a comprar con su sangre y con la cabeza y con su corazón y vida las piedras preciosas y esmeraldas y rubíes y las plumas anchas y relumbrantes largas y bien puestas, para el servicio del admirable Huitzilopochtli”. (5)

Grande fue la fama del conquistador, quien consolidó la grandeza del imperio mexica, con la ayuda de Moctezuma I, extendieron su territorio más allá de lo que ellos mismos pudieron imaginar. Primero el área circunvecina, después los actuales estados de Guerrero, Morelos, Puebla, Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Guatemala; obteniendo de estos estados sometidos suntuosos tributos desde oro, plata, jade, plumas de muchos colores, cacao, mantas, algodones, frutas, animales, pájaros vivos, maíz, frijol, etc. todo aquello que se pudiera desear y obtener de ellos.


Tras la muerte de Moctezuma I. aproximadamente en el año 1468 le ofrecieron ser el nuevo Tlatoani para el altepetl. Los mismos informantes de Sahagún,  relatan que nuevamente se rehusó estando presente los Señores de Texcoco y Tacuba. Tlacaélel se expresó de la siguiente manera:


“Por  cierto hijos míos yo os lo agradezco

Y al rey de Texcoco, pero venid acá

Yo os quiero que me digáis

De ochenta años a esta parte

O noventa que ha que pasó la guerra de Azcapotzalco,

¿Qué he sido? ¿En qué  lugar he estado?

 

¿Luego no he sido nada?

¿Pues para que me he puesto corona en la cabeza?

¿Ni he usado las insignias que los reyes usan?

¿Luego no valido nada todo cuanto he juzgado y mandado?

¿Luego injustamente he muerto al delincuente y he perdonado al inocente?

¿Luego no he podido hacer señores,

Ni quitar señores como he puesto y compuesto?

 

Mal he hecho en vestir las vestiduras y semejanzas de los dioses,

Y mostrarme sus semejanzas,

Y como dios tomar el cuchillo y matar y sacrificar hombres;

Y si lo pude hacer,

Y lo he hecho ochenta o noventa años ha,

Luego rey soy y por tal me habéis tenido;

¿Pues qué más rey queréis que sea?”  (6)


Y de esta forma de ser, en el códice Ramírez se lee:


“Y no le faltaba razón –se afirma allí- porque con su industria 

No siendo rey, hacía más que si lo fuera. . . . . 

Porque no se hacía en todo el reino más que lo que él mandaba” (6)


En el año 1469. Se eligió al nuevo y sexto rey azteca: Axayácatl por consejo una vez más de Tlacaélel; de la forma de ser de él y de Axayácatl, el pueblo los elogian a ambos:


El Tlacatécatl: comandante de hombres,

El Tlacochcálcatl: señor de la casa de las flechas,

Jefe de águilas, que hablo su lengua.

Su oficio es la guerra que hace cautivos,

Gran águila y gran tigre.

 

Águila de amarillas garras y poderosas alas,

Rapaz, operario de la muerte.

 

El genuino Tlacatécatl,

El Tlacochcálcatl: señor de la casa de las flechas,

Instruido, hábil, de ojos vigilantes

Dispone las cosas, hace planes, ejecuta la guerra sagrada.

Entrega las armas, las rige

Dispone y ordena las provisiones,

Señala el camino, inquiere acerca de él


Sigue sus pasos al enemigo.

Dispone las chozas de guerra,

Sus casas de madera, el mercado de guerra.

 

Busca a los que guardarán los cautivos,

Escoge los mejores.

Ordena a los que aprisionarán a los hombres,

Disciplinados, conscientes de sí mismos.

Da órdenes a su gente,

Les muestra, por donde saldrá nuestro enemigo. (7)


La historia tanto de la vida, como de las conquistas de Tlacaélel o Tlacatécatl es muy vasta, como persona muy principal, existen varios registros que relatan sus hazañas, aquí destaque solo algunas de ellas.

Murió según parece entre los años 1475 y 1480.


En mi manera de ver fue un hombre poco común, sagaz, y decidido pieza clave sin duda para el poderío mexica, extraordinario por el éxito económico y militar que trajo a su pueblo y su engrandecimiento; a la vez un hombre vil que trajo terror y opresión a los pueblos vecinos de quienes tomaba personas para ofrecer sacrificios sin número; manipulador del conocimiento a su propio pueblo de ahí la pregunta ¿Héroe o villano? ¿Qué piensa usted?

Bibliografía:

  1. León Portilla, Miguel. Los antiguos mexicanos.  Fondo cultural económica,  pp. 46-48, 76, 89-105
  2. Códice Ramírez;  Torquemada, lib. 2 cap. 17;  Códice Cozcatzin; Las crónicas y relaciones de Tezozómoc y Chimalpain.
  3. Informantes de Sahagún. Códice Matritense de la real academia. Vol. VIII,  fol. 192 
  4. Códice Ramírez p. 83
  5. Durán, Fray Diego de,  op.  Cit; Tomo I p. 241
  6. Durán, Fray Diego de,  op.  Cit; Tomo I p. 326
  7. De los informantes de Sahagún. Códice de la real academia de la historia, vol. VIII,  fol. 115 v.
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